Angelus Novus

Angelus Novus
Walter Benjamin, Tesis IX

lunes, 6 de diciembre de 2010

GNOSIS Y MESIANISMO La figura del Ángel en la filosofía del siglo XX[1].

Por: Rodrigo Karmy Bolton
El presente ensayo trata de una tensión entre dos fuerzas contrapuestas: la gnosis y el mesianismo. Esta tensión quizás se exprese en el desarrollo de dos proyectos filosóficos que plantearon el problema del ángel, de un modo tan específico como decisivo. “Específico”, porque el ángel comportará una función propia en cada uno y “decisivo” porque el ángel constituirá la figura a través de la cual será posible apuntalar una crítica a la modernidad. Me refiero, a los trabajos del fenomenólogo francés Henry Corbin con la conceptualización del ángel de la Faz y los desarrollos del pensador alemán Walter Benjamin con la imagen del ángel de la Historia.

martes, 17 de agosto de 2010

Del Homo Sacer: La Figura de la Excepción Soberana De Roma a nuestros días.

Introducción:
El presente trabajo tiene como objetivo realizar un recorrido que se inicia a partir de una extraña sentencia de Sextus Pompeius Festus acerca del homo sacer y llega a nuestros días.
Hay dos hipótesis fundamentales que recorrerán este texto: en primer lugar, desde la mirada jurídica, el concepto de transfusión o transmutación del derecho desarrollado por Costa en su reciente Manual de Derecho Romano Público y Privado[1], que permite entender cómo, de qué manera, cuál es el recurso a través del que esta figura del derecho romano arcaico ha llegado a nuestros días. Es decir, se parte de la consideración de que –de alguna manera- el derecho del mundo occidental actual está forjado en las ideas jurídicas del derecho romano y se lo descubre transmutado en las instituciones modernas.


sábado, 12 de junio de 2010

Simone Weil : La “malheur” y el “arraigo”. Dos conceptos para leer el presente

Abstract
En el presente ensayo se propone una lectura de la obra de Simone Weil atravesada por dos conceptos fundamentales: la malheur (desgracia) y el arraigo. A partir de ellos se han distinguido dos dimensiones.
La primer parte de este texto, denominada “la dimensión mística”, gira principalmente alrededor del concepto de “decreación”. Weil nos presenta un Dios que, siéndolo todo, ha decidido “decrearse”. La malheur es el correlato de la idea de creación. En el momento de la creación, Dios se retira del mundo por amor al hombre y supone la asunción de la condición humana en la más extrema distancia de Dios entendido como poder. Es decir, Dios se habría convertido misteriosamente en su propia negación, ausentándose radicalmente a través de la malheur.
La segunda parte del texto, denominada “la dimensión política”, gira entorno a la noción de “arraigo” entendida como la raíz del hombre en la existencia de los seres que conforman su comunidad, con los que comparte un pasado y proyecta un futuro. El “arraigo” es una necesidad natural del hombre. Simone Weil denuncia la dominación colonial ya que esta da por tierra con la necesidad del “arraigo”. De esta noción se deducen otras como la de “obligación” que muestra su deseo constante de estar al lado del indigente y del oprimido y la llevan a buscar fórmulas para salir de la cómoda doble moral - pública y privada- con la que se puede vivir tranquilo mientras hay alrededor un panorama de hambre, tristeza, soledad, enfermedad, explotación y miseria.
Palabras clave
malheur (desgracia); decreación; arraigo; anti-colonialismo; libertad; necesidad; obediencia; obligación; impolítico.

martes, 30 de marzo de 2010

Nosotros no somos los últimos[1]


“Voi che vivete sicuri
Nelle vostre tiepide case,
Voi che trovate tornando a sera
Il cibo caldo e I visi amici:
Considerate se questo é un uomo
Che lavora nel fango
Che non conosce pace
Che lotta per mezzo pane
Che muore per un sí o per un no.
Considerate se questa é una donna,
Senza capelli e senza nome
Senza piú forza di ricordare
Vuoti gli occhi e freddo il grembo
Come una rana d´ inverno.
Meditate se questo é stato:
Vi comando queste parole.
Scolpitele nel vostro cuore
Stando in casa andando per via,
Coricandovi alzandovi;
Ripetetele ai vostri figli.
O vi si sfaccia la casa,
La malattia vi impedisca,
I vostri nati torcano il viso da voi.”[2]
El presente trabajo tiene como marco teórico los textos de Primo Levi, Se questo é un uomo, a Valeriano Bozal en el capítulo referido a Zoran Music del texto El tiempo del estupor[3], y a Giorgio Agamben en Homo Sacer III, Lo que queda de Auschwitz[4].

Gestionar la vida y disponer para la muerte: la biopolítica y el resquicio de lo impolítico



«¡Corto es mi verbo, y no llega tampoco
a mi concepto! Y éste, si a esas llamas
se compara, no basta decir “poco”»

«¡Oh quanto é corto il dire e come fioco
al mio concetto! E questo, a quel ch´i vidi,
é tanto, ch non basta a dicer “poco” » [1]


Antes de empezar, quisiera decir que lo que en adelante se sostendrá tiene el valor de ser el comienzo de un estudio, que, como todo comienzo, es incompleto e incierto y que está siempre abierto a futuras incorporaciones y modificaciones.
A lo largo del presente trabajo trataremos de explicitar qué entendemos por bio-política desde Foucault en la Historia de la Sexualidad, La Voluntad del Saber[2], y cuál ha sido la recepción que de este concepto han hecho Giorgio Agamben en Homo Sacer, El Poder Soberano y la Nuda Vida[3], (en la Introducción) y Roberto Esposito en Categorie dell´Impolitico[4] e Inmunitas[5], en aquellos capítulos referidos a la bio-política.

domingo, 28 de marzo de 2010

“El extranjero. La nueva sociedad aluvional: Raza, Idioma y Nación en Argentina de 1880”.

Es la presencia del otro, del extranjero en el interior del yo:
no según una forma cualquiera de identificación o de fusión,
sino según una modalidad del compartir que une a los individuos
mediante su misma singularidad” (J. L. Nancy, Entre singulier pluriel)
1. Introducción:
Desde una perspectiva, el extranjero es una categoría bisagra que abre el juego hegemónico del adentro y el afuera, que entraña cuestiones centrales para la fundamentación del ser de lo social en tiempo y espacio: es el afuera inerradicable que debe ser recibido y expulsado para figurar un límite.
El interés de este trabajo se inscribe en las reflexiones y debates en los que la cuestión de la lengua nacional y la raza ilustran muy bien lo que Derrida[1] define como el carácter pervertible de la ley de hospitalidad. Es decir, la idea de que la ley y el derecho que acogen y subordinan al extranjero conllevan en sí mismos un gran poder de pervertibilidad en tanto que toda inclusión del extranjero se funda primariamente en una exclusión. La condición para ser sujeto de hospitalidad es no pertenecer, condición que signa de aquí en adelante el conjunto de relaciones que se establece con el anfitrión.

La violencia y la vida

Introducción:
El objetivo del presente trabajo es realizar un recorrido por el pensamiento de Walter Benjamin y Giorgio Agamben en lo que refiere a la denuncia acerca de cómo el derecho está asociado a la violencia y actúa cruentamente sobre la vida, la simple vida desnuda.
Para ello, articularemos el texto en dos partes, dedicadas cada una de ellas a uno de estos dos autores.
Se leerá a Walter Benjamin en su texto Para una crítica de la violencia[1] como quien afirma que la clave comprensiva de la modernidad es la violencia. Como veremos más detalladamente a continuación, Benjamin sostiene que la violencia funda y conserva el derecho. Por lo tanto, las instituciones pretendidamente legítimas de la modernidad carecen de todo tipo de “mediación racional”. Contrariamente, su origen es la inmediatez de la violencia que se presenta como derecho para ordenar el espacio político. Así, la realidad mediada por el derecho constituye el reino de la violencia. De modo que a la inmediatez de la violencia, Benjamin considera que hay que oponerle otra inmediatez: la violencia divina.
Giorgio Agamben, atento lector de Benjamin, recoge el diagnóstico del autor alemán, y continúa en gran medida su pensamiento retomando conceptos como el de la vida desnuda. Es decir, la violencia del estado soberano teológico-político (la violencia mítica, como la llamaba Benjamin) es cruenta y se aplica a esa vida biológica, contemplando lo viviente del ser humano solamente en esta dimensión. De modo que para Agamben la lógica soberana del estado moderno aísla en el ser humano lo que hay de corporal, despojándolo de su vida política y convirtiéndola en lugar de excepción, de imposición violenta de los vínculos políticos.