Angelus Novus

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Walter Benjamin, Tesis IX

viernes, 18 de agosto de 2023

«Pensar después de las PASO», por Constanza Serratore



    
Reviso este blog, mi blog, y me doy cuenta de que no escribo acá desde 2015. Quizá ya pasó de moda y uso otras plataformas o medios, quizá simplemente me distraje. 

    Lo ciertos es que hace días que estoy tratando de pensar y decir algo respecto de qué creo que ocurrió en las PASO el domingo pasado. Obviamente debí dejar pasar el estupor y la bronca. No es que me compungiera que no ganara mi candidato (a eso estoy acostumbrada), es que me sorprendió el resultado inesperado e imprevisto por mí y por todos. Muchos hablan del "voto bronca", obviamente yo creo que de eso hay bastante, pero principalmente me parece que se trata del "voto entrega". 

    Vamos de a poco. En relación con el candidato más votado -Javier Milei-, pocas cosas puedo agregar que no haya sido dichas. Sus propuestas son peligrosas, el periodismo no se ha ocupado de preguntar cómo llevaría a cabo cada cosa que proponía sino más bien de divertirse y darle espacio. Creo que hubo algo del "consumo irónico" pero, y esto es sólo una percepción que -como todo cohecho- es difícil de probar, seguramente los banqueros y cercanos al poder económico que acompañan al candidato (basta ver las listas) pusieron algún dinero para ocupar el prime time de los canales de noticias. 

    Milei captó algo que ninguno de los candidatos -y gran parte de los políticos- ha entendido: un país con 20 millones de pobres y 5 millones de indigentes no es el mismo que hace 10 años. Los pobres, algunos con planes y otros trabajadores, no quieren las promesas de siempre. No les sirven. ¿Qué se le puede prometer a alguno de los habitantes de La Matanza, La Plata, y muchos otros lugares, que ayer perdieron todo o casi todo por la lluvia? ¿Acaso creemos que "privatizar la educación", "privatizar la salud", "cerrar el Conicet" son cosas que les quitan el sueño? ¡Pero no! Despertemonos del sueño de las princesas porque no va a venir ningún principe a darnos un beso. No es la ciudadanía que votó a Milei que cree en las hadas, somos nosotros. El discurso racional, dialoguista, pobrista, no les interesa. Señoras y señores, ganó Coqui en el Chaco, ganó Espinoza en La Matanza, ¿más pruebas se necesitan?  

    ¿Qué votaron los que votaron a Milei? Para mí, dos cosas. La razón más evidente: en un truco de magia que todos descubrimos pero que no logramos desarticular, el candidato puso a la oposición en un gran colectivo llamado "la casta" del que, por supuesto, se excluye. Él no se autopercibe casta, aunque su actual legislador de CABA y candidato a Jefe de gobierno de la Ciudad -broker de bolsa-, Ramiro Marra, ha dicho por radio (Radio Mitre) que en su despacho tiene más de 10 personas trabajando con contrato y otro tanto contratados. Yo conozco de cerca a muchos legisladores de la mal llamada casta que no llegan a tener ni 3 contratos. Pero nadie le contestó, dejamos pasar las falacias porque nunca creímos que esto sería tan grave y ahora no sabemos qué hacer. La más razón escondida: los ciudadanos -y no sólo los pobres- vivimos en una situación de precariedad absoluta. Precariedad en la posibilidad de elegir nuestra forma de vida: los pobres e indigentes viven todo tipo de precariedad. Muchos llevan 3 generaciones sin trabajar ni estudiar, han perdido el incentivo del ascenso social y el mandato peronista ya no cala más. Sólo necesitan sobrevivir. El resto, los que comemos todos los días, también vivimos en la precariedad de la posibilidad de elegir. Nuestras decisiones son obligadas siempre porque toda propuesta es bipolar: estudio o pobreza, self made man/woman o tilinguería, ahorro o muerte, Instagram o feos. Sí, yo se que son exageraciones, pero creo que así funciona. 

    ¿Cómo zafar de la -quizá- última encrucijada entre Milei o Massa? Entender que todo oscila, pero no necesariamente repite los mismos polos porque no toda oscilación es pendular. El cambio puede ser bueno y, en ese caso, será aplaudido, pero ¿cómo cambiar? Primero entendiendo que esta es otra de las falacias, de las falsas encrucijadas en las que vivimos hace años, muchos años. Que la "libertad" no es la decisión obligatoria entre lo feísimo y lo horrible. Por el contrario, nada hay de libertad entre decidir si morirme con hospitales a los que no accedo porque no funcionan o porque están privatizados. El 30% que votó a Milei ya entendió esto. No es cierto que la educación del mundo K es buena si no se enseña nada, si se adoctrina, si los docentes no van, si las currículas no se cumplen, si la copa de leche no llega, si los gabinetes psicopedagógicos no pueden percibir si un niño es abusado y golpeado hasta la muerte por su mamá y su madrastra, pero tampoco es cierto que la educación va a ser mejor si lo que se financia es la demanda. La única manera de que educación y salud pública -acaso los pilares de nuestro país desde Sarmiento en adelante- cumplan la función de políticas públicas es que a los políticos les interese que funcione. No es magia, es interés político. No es economía (porque recursos hay, lo sé), es interés político. No es inseguridad, es interés político. No es narcotráfico desenfrenado, es interés político. 

    Para la próxima, tratemos de votar a quienes muestran interés por movernos del desinterés generalizado -hiper justificado-, no votemos especialistas, votemos políticos que tengan equipos de especialistas. Votemos respeto.  

¡Salud!