Angelus Novus

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Walter Benjamin, Tesis IX

viernes, 15 de mayo de 2015

Sobre el ya clásico espectáculo de violencia

Por Constanza Serratore 

El fútbol no es ajeno al gran problema de la falta de “decencia” y lo de anoche en cancha de Boca fue la clara demostración. 

¿Qué significa “decencia”, uno de los pilares de la candidatura de Margarita Stolbizer? Significa no tolerar, denunciar y trabajar para reparar lo que anoche saltó a la vista. Pero desagreguemos el concepto, animémonos a verlo funcionando en la realidad.


Trabajemos, como se hace en lógica, por la demostración por absurdo, esto es, preguntémonos dónde no estuvo presente la “decencia”.

Faltó en la connivencia entre policía, dirigentes y barras, tuvo como resultado una zona liberada donde una asociación de delincuentes arruinó la fiesta de muchos y posibilitó que otros dieran rienda suelta a la agresión deliberada.

Su falta garantizó el negocio de muchos que puso por encima los intereses (tal vez económicos, pero no sólo) que la salud de los agredidos. Las autoridades del partido, especulando con que la agresión fuera menor, tardaron 75 minutos en suspender el partido. Se puso a las claras que la salud de los agredidos poco importaba, que las reglas de la realización de un evento público tampoco importaban y que jamás tuvieron en cuenta un criterio ético. Esto implicaría preguntarse sobre qué corresponde que hagamos como autoridades, como institución de fútbol, pregunta que brilló por su ausencia.

La falta de “decencia” delinea, confirma, subraya, el criterio anti-político que nos conduce desde hace años. Se trataba de una guerra de unos contra otros que, obviamente, sólo se iba a resolver con la victoria de unos sobre los otros. La política entendida como el choque de las partes, como la supervivencia de los conflictos, como el espacio del ágora en el que se pones en juego las verdades y se las defiende, ya no existe. La anti-política que nos propone el kirchnerismo consiste, justamente, en la eliminación del enemigo. Pero, paradójicamente, si elimino al enemigo, el conflicto no subsiste. Por lo tanto, lejos de tratarse de “la política” estamos frente a un modelo que se manifiesta como la eliminación de ésta en nombre de un modelo totalitario. Totalitario porque elimina las partes a favor de un todo. En efecto, ¿qué significa, acaso, el “vamos por todo” si no la suspensión de un evento por decisión de algunos a costa de agredir físicamente a los otros? 

Pero también, la famosa grieta insalvable, el sisma de los argentinos. Unos heridos y a las buenas de un público que no les era favorable. Otros hirientes, apoyados por un público que los vivaba y acusaba a los otros de “cagones” por quejarse del dolor físico.

Ahora por la vía propositiva preguntémonos qué es la “decencia”. Ésta implica la no-connivencia con las mafias, la no-corrupción, la consideración de la superioridad de la vida sobre los negocios, la política entendida como conflicto pero nunca como eliminación. La “decencia” es, entonces, la política en tanto y en cuanto implica tomar en consideración el ethos politikós, la decisión pararnos en una posición en medio de la polis; hacernos cargo de lo que ocurre y trabajar en consecuencia. En otros términos, la política es tomar decisiones a conciencia por el bien común. Eso se parece mucho a la “decencia” en una sociedad de “iguales”.

Esta es la Argentina que queremos, tomará su tiempo, pero es posible. De lo contrario Margarita Stolbizer no estaría en esta carrera.


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